"Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera" — Pablo Neruda.
La naturaleza es cíclica, ya lo vemos en el compost cuando los residuos se convierten en abono para nuevos alimentos, y además: tiene una fuerza imparable, aunque a veces no la percibamos. No entiende de crisis y mercado como lo hacemos nosotros, se maneja con otras variables, pero igualmente nos brinda elementos que aportan valor (en más de un sentido) a nuestras vidas, sin pedir mucho a cambio.
Tomemos el ejemplo de una huerta: una gran oportunidad para saber exactamente qué estamos comiendo, para ser más independientes del bolsillo y también volver a los sabores de la infancia. Me dirán que en el balcón no podemos tener un sembradío de zapallos, se entiende, pero se están gestando huertas comunitarias (ya existen jardines comunitarios aquí y en otros países) y hasta en la maceta más mínima siempre hay lugar para algunos tomates cherry y albahacas. La naturaleza provee si uno asume el compromiso de cuidarla. Y ya que estamos, en el mes de la primavera y el amor, cuidémonos entre todos, prestemos la oreja, compartamos nuestras habilidades y usemos la empatía que todo pasa.
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